domingo, 21 de diciembre de 2008

El enemigo del estado.



El pasado 4 de noviembre cayo una avioneta (Learjet en este ánimo de exceso de información y de ser técnicamente correctos) en una céntrica zona de la ciudad de México. Como estuvo de manoseado el evento ahora sabemos que entre los muertos y heridos (que seguramente, por la zona y la hora no podemos evitar pensar que fueron más) murió el ex procurador José Luis Santiago Vasconcelos, entonces secretario técnico para la Implementación de las Reformas en Seguridad y Justicia al igual que Juan Camilo Mouriño Secretario de Gobernación.

Inmediatamente los periódicos y televisoras más irresponsables, se tiraron al escándalo buscando el rating "se investiga atentado", "cabeza en la lucha contera el narcotráfico", "Intentaron varias veces asesinarlo" "ofrecían hasta 5 millones de dls por su cabeza". Y cosas por el estilo.

Siendo una población como lo somos, rencorosos, acostumbrados al engaño y con la experiencia de ser víctimas de la manipulación de los hechos y la información, pronto, y con la quesadillera como portavoz del "público en general" se declaró: "Es un atentado", con toda la seguridad que nos dán 60 años de engaños y una educación muy por debajo del promedio mundial en cuanto a calidad.

El evento del Learjet fue especialmente manejado por el Gobierno Federal, en una coordinación como pocas veces se ha visto, a saber: La información fue coordinada y hecha pública por el Secretario de Comunicaciones y Transportes; no por el de la Defensa, ni por algún sub de Gobernación, ni por la Oficina de la Presidencia. La fluidez de la información, declaraciones, pantallas, videos y audios fueron repartidos en dosis diarias, temprano en la mañana para que se hablara de todo esto a lo largo de los noticieros del día.

Algúnos meses después se concluyo oficialmente que ni atentado ni sabotaje si no accidente causado por la falta de pericia del piloto y la falta de tiempo de actuar del copiloto, hombre con mucha más experiencia.

Difícil de creer por simple. Más después de un verdadero atentado como el de la granada el 15 de septiembre en el zócalo de Morelia y anteriores detenciones de sicarios en camino de atentar contra el entonces procurador José Luis Santiago Vasconcelos y sus sucesores.

En este blog nos quedamos con la conclusión oficial, no por que sea la oficial si no por que es la más realista, por que la respuesta suele ser la más sencilla y simple y por las siguientes razones: José Luis Santiago Vasconcelos había trabajado en la PGR desde 1993, extraditado en los últimos años a varios capos y a finales de agosto fue nombrado Secretario Técnico para la Implementación de las Reformas en Seguridad y Justicia, puesto más bien administrativo fuera del relajo policial, aparentemente una especie de retiro anticipado, no sorprendería que hacia finales del gobierno lo mandaran a una bonita embajada. Y Mouriño era más operador político que policial, aún estando al mando de la llamada guerra contra el narcotráfico.

Pero si algo han demostrado nuestros amigos los narcos es que ellos si tienen departamento de comunicación social. Gastan millones en pavimentación, escuelas, entubamiento de aguas negras y demás obras sociales en las zonas donde habitan y así se ganan la confianza y el cariño de la población que los rodea. Sus mensajes son contundentes y claros (narcomantas, decapitados etc.) sin dobles sentidos y sin lugar a la especulación.

Esto hace difícil de creer que el hecho fuera un atentado o sabotaje ordenado por el narco. Los hechos publicados por el gobierno parecen estar claros y a primera vista son tranquilizantes: Un accidente, falta de pericia del piloto, error en la supervisión de manuales de operación, errores en la adjudicación de un servicio, error en el juicio y evaluación del personal; pequeños agujeros en el procedimiento, todo esto desencadenó en el trágico accidente donde murieron dos funcionarios importantes, dos cabezas del estado mexicano y varios (más de los que nos dicen) víctimas circunstanciales.

Pero no lo hace menos grave, por el contrario, la verdad es más grave. En la hipótesis del atentado están los otros, los malos, los enemigos del pueblo o de las instituciones, bien se podría canalizar esto a favor del presidente y del gobierno; nuestras simpatías al estado que todo lo arriesga y que tan caro ha pagado por nuestra seguridad, dos o tres spots, un jingle pegajoso, Lucerito y Galilea hablando de que hay que estar unidos en estos momentos de terror y denunciar al sospechoso. Una marcha con todos de blanco a favor de la vida, en contra del narco y ya está.

Pero aquí, en el hecho del accidente el enemigo es invisible lo conocemos y lo padecemos diariamente, lo traemos en la sangre, es un cáncer que va devorando las células del cuerpo desde dentro, de este enemigo nadie nos puede salvar, no se le encarcela, no se le extradita, no se le desarma y no se le mata. El mayor enemigo del estado no es el narco; el mayor enemigo del estado mexicano es su burocracia.